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domingo, 4 de noviembre de 2012

Ciclo de cine chileno

INVITACION Un MICRO FESTIVAL DE CINE CHILENO tendrá como sede la ciudad de Asunción, y se realizará los días JUEVES 8 y VIERNES 9 DE NOVIEMBRE de la presente semana, en el local del Fausto Cultural (Eligio Ayala 1.060). La entrada es libre y gratuita. En ambas citas, que se iniciarán puntualmente a las 19:00 horas, se exhibirán largometrajes y cortometrajes de los directores de cine JOSE LUIS SEPULVEDA y CAROLINA ADRIAZOLA, ambos creadores del Festival de Cine Social y Antisocial de Chile, y de la Escuela Popular de Cine de su país. Ellos estarán presentes en las exhibiciones de sus filmes. El MICRO FESTIVAL DE CINE CHILENO es presentado y organizado por La Casa del Escritor-Escritor Róga, que cumple de esta manera con el sueño de crear espacios donde los artistas hermanos de otros países se encuentren con el público paraguayo y les hagan conocer su trabajo. En el caso específico de Sepúlveda y Adriazola, nos encontramos con dos directores de cine cuyas películas son consideradas como lo más innovador a nivel cinematográfico, que se está produciendo en América del Sur. Los directores de cine llegarán a nuestro país el miércoles 7 y se hospedarán en el Hotel Asunción Palace (Colón entre Estrella y Cerro Corá). Rogamos a los colegas de la prensa el apoyo a este Micro Festival que como indicamos, no tendrá costo alguno para quien desee asistir. También, les extendemos la invitación. Incluimos el afiche del Micro Festival y seguidamente les pasamos datos de los directores de cine, el calendario del MICRO FESTIVAL DE CINE CHILENO y la ficha técnica de las películas que serás exhibidas. JOSE LUIS SEPULVEDA -------------------------- Estudió en la Universidad ARCIS y la Escuela de San Antonio de los Baños en Cuba. Acerca del Festival de Cine Social y Antisocial de Chile, del que es creador y director, Sepúlveda explica: "Es difícil definir lo que es cine social, pero nuestra idea de cómo se genera el festival fue dar cine en lugares donde no va el cine elitista, que se muestre un cine que sea cercano a los problemas que hay socialmente y las contingencias que pasan en nuestras poblaciones, en nuestros lugares, en donde uno vive. Esa es como la idea. Teniendo todos estos festivales que corresponden a una glorificación de los elitistas, que son los que manejan el asunto audiovisual en Chile, para nosotros era importante que además de un punto de vista, hubiera un espacio de exhibición y distribución de películas que retrataran temas que son muchos más cercanos". Sepúlveda es también creador de la Escuela Popular de Cine de su país, cuyo objetivo es enseñar cine de manera gratuita, teniendo en cuenta que se trata de una de las carreras más costosas no solo en Chile sino en toda Latinoamérica. CAROLINA ADRIAZOLA ----------------------------- Ha realizado variados cortometrajes que en sus contenidos retratan temas desde la discriminación, hasta las complejas relaciones humanas, incluyendo Caída de cuerpos (2002) y La serpiente que baila (2005). Es además cofundadora del Festival de Cine Social y Antisocial de La Pintana, junto al también realizador José Luis Sepúlveda (El Pejesapo), con quien dirigió el que es su primer largometraje: Mitómana. La revista Filmonauta de Chile, se expresa así de su trabajo: "El cine de Carolina Adriazola no es una reflexión de dónde poner la cámara sino de cómo hacer que la experiencia cinematográfica adquiera cuerpo, te desgarre y te enfrente cara a cara con una realidad que ni los libros, ni la televisión ni el cine quieren representar. Acá el emplazado no es la cámara sino un espectador, obligado a experimentar minutos de angustia a través de graves desajustes entre sus protagonistas y el entorno social". MICRO FESTIVAL DE CINE CHILENO, 8 Y 9 DE NOVIEMBRE, PROGRAMA ---------------------------------------------------------------------------------------- JUEVES 8 DE NOVIEMBRE -------------------------------------- 19:00 HORAS ------------------- Tìtulo: EL PEJESAPO Dirección- Guión- Montaje: José Luis Sepúlveda Año: 2008 Duración: 98 min Sinopsis: Daniel SS (Héctor Silva) es un personaje desadaptado, que tras un suicido fallido vuelve a reiniciar su vida desde el Río Maipo hasta el centro de Santiago, en este recorrido no descubre ninguna emoción que restrinja la decisión de terminar con su existencia. 20:45 HORAS ------------------ Título: AZTLAN Dirección y Guión: Carolina Adriazola Año: 2009 Duración: 25 min Sinopsis: UNA MUJER QUIERE SER HOMBRE, UN HOMBRE QUIERE SER MUJER , UNA AMISTAD Y UN INTERCAMBIO, UNIDOS POR LA SOLEDAD Y EL ANHELO DE PERTENECER EN UN LUGAR DENTRO O FUERA DE LA SOCIEDAD CHILENA. VIERNES 9 DE NOVIEMBRE --------------------------------------- 19:00 HORAS ------------------- Título: MITOMANA Hecho por: Carolina Adriazola- José Luis Sepúlveda Año: 2012 Duración: 100 min Sinopsis: Una actriz obsesionada por actuar y mentir enfermizamente, viaja hacia sus obsesiones probando sus personajes en la realidad, a través de ellos observa y escucha las invenciones conscientes e inconscientes de una sociedad Chilena donde la verdad y la mentira se confunden. 21:00 HORAS ------------------- Título: EL DESTAPADOR Director: Jose Luis Sepúlveda- Carolina Adriazola Año: 2012 Duración: 19 min Sinopsis: La sobrevivencia en un espacio colectivo se hace dura en tiempos en que las manifestaciones sociales pueden generar su propia individualidad. ¡AGRADECEMOS LA DIFUSION!

Mala madre

Los diarios dicen la verdad, los diarios no mienten y si exageran un poco es sólo para que las cosas sean más lindas o dramáticas. Por eso no voy a negar lo que hice, porque soy fanática de los diarios como vos Fidelino y por eso siempre leemos de mañanita juntos. Que es como decir que me leés todo lo que sale en las páginas de Policiales mientras yo te sebo mate y te escucho embelesada, a veces después del mate te corto las uñas de los pies porque para eso soy tu señora y así de paso me seguís leyendo y somos tan felices. Además, ya pensé bien y si niego lo que hice no va a significar nada porque igual no van a creerme. Pero no fuiste vos, en realidad cómo una madre va a matar a sus hijos, me decís y se te marcan los hoyelos como siempre cuando te pesa algo y me decís que estoy loca porque quiero besarte en ese momento y es que sos tan lindo. Yo quiero explicarte Fidelino que sólo pretendía que me quieras como antes, que no podía aguantar más que le pongas primero en la vida a tu mamá, esa perra que te trata como si fueras su hombre o como si yo no existiera. Seguramente porque nunca tuvo macho propio tu mamá sueña con recuperarte para ella y me odia, no importa que haya bañado tan bien a mis hijitos ahora y les haya puesto una velita blanca a cada uno entre las manos para encomendarles después al Arcángel San Gabriel. Vos sos mi marido y eso nadie quita pero ya no me hacés caso y qué querías que hiciera si sos lo primero en mi vida y vas a seguir siendo. Aunque ahora me estés mirando así tan mal y me estés diciendo que nunca me vas a perdonar lo que hice y me contés llorando que yo no puedo ir al entierro con ustedes y otra vez decís que no me vas a perdonar nunca. Pero enseguida me rogás que te diga que no fui yo -no y mil veces vos no Yolanda, decime que no sos mala madre, vos que eras tan buena y tanto que les querías -pero yo no puedo darte el gusto, por primera vez no puedo decirte lo que me pedís que diga porque vos sabés muy bien, siempre me dijiste que los diarios no mienten, Fidelino.

El pelito colorado

Ernestina se pasó la vida arrancándoles huevos a sus gallinas casi antes de que los pusieran voluntariamente. Eso ocurrió desde la vez que vio el pelo colorado en el calzoncillos de su concubino. El pelo colorado casi tenía vida. Parecía que la estaba mirando, parecía que hasta tenía dientes y labios, ella veía en el centro de su color impúdico una sonrisa burlona. No pudo vivir en paz desde entonces. Probó té de tilo, de menta, de naranja dulce, pero cada vez la resignación era más imposible. Ernestina no tenía el consuelo del rezo. No podía concentrarse y enseguida se olvidaba de los pasajes más complicados. Ernestina entonces comenzó su trajinar en busca del milagro, hasta que dio con el hombre que le mantuvo la esperanza. Por eso se pasó la vida arrancándoles huevos a sus gallinas casi antes de que ellas los pusieran. Fue después de que le cumplió al curandero llevándole uno a uno los elementos para la transformación. Un viernes de luna entera fue capaz de entrar hasta la mitad del cementerio para llevarse en una bolsa de trapo tierra de muertos y el dedo de un angelito recién puesto. Mientras le daba tiempo al tiempo para que el payé surtiese efecto, cosa que dependía de la fuerza de los huevos porque las gallinas de la casa estaban siendo trabajadas para que apenas entrase al patio el hombre, se sintiese incapaz de volver a salir ni siquiera para ver a la dueña del pelito inmoral, Ernestina tuvo que ir entregando uno a uno sus anillos, zarcillos, cadenillas y vasos finos. Hasta que no le quedó sino su dignidad de mujer, que igualmente corrió a depositar en las manos del curandero con deseo auténtico de recuperar el amor de su concubino. Después de esa demostración de fe al curandero no le quedó más remedio que demostrar resultados, así que entregó a su cliente un perfume para la pasión. Todas las tardes le mujer se ponía una gota del líquido oscuro en las manos y otra en la entrepierna. Hasta que se dio cuenta de que ya no era necesario. El perfume de la pasión, o un pelito colorado enterrado para siempre en el vientre de un pajarito que murió axfixiado, logró llevar al traidor hacia un punto en que el anhelo por la carne machucada de Ernestina pronto fue insoportable para ambos. Cansada de tanto arrebato y al borde de la locura, Ernestina volvió al curandero para pedirle el reculamiento del payé, en razón de que el hombre le impedía comer y le impedía dormir, le impedía salir con tranquilidad de la casa debido a los celos desenfrenados y en líneas generales no la dejaba vivir como se debe, a causa del amor. Pero el milagro sería sin devolución. El pájaro que contenía el pelo perverso había sido llevado al arroyo una tarde de lluvia torrencial. Ni todos los huevos que Ernestina iba llevando al payesero a medida que los iba sacando de las gallinas casi antes de que éstas los pusieran por gusto, pudieron remediarle la situación. En medio de su cansancio de mujer eternamente acosada, en medio de manotazos y olores repulsivos que cultivó con dedicación en su cuerpo para alejar al indeseado, dos veces no pudo seguir aguantando el asco y así fue que lo acuchilló mientras era amada física y espiritualmente hasta decir basta. Como no murió, el anhelo le entró al hombre con más fuerza, y perdonó a Esnestina al instante. -¿Las dos veces? -Así mismo. Aunque ella sigue saliendo hasta ahora todas las tardes a buscar con desesperación un pajarito y un pelo colorado.

sábado, 3 de noviembre de 2012

A Eugenio le aumentaron el sueldo

Un relato, a propósito del Día de los Muertos, escrito para la velada de Escritor Róga "Lasánima Ára") -------- Llamémosle Eugenio nomás, cháke hetaiterei gueteri oï che valle pe oikuaáva lo que le pasó a este karai, quien dicho sea de paso, che pariente lento ko ha'e. Todo comenzó en el altar, es decir, Eugenio se casó demasiado joven, a esa edad en que los hombres iñakähatä mante'arä, porque si no lo hacen, upéi oikóta iñakäre una vez casados y pasado el entusiasmo de la luna de miel, así que si no se buscan una amante, rumbearán de vez en cuando a algún prostíbulo, y en eso la única diferencia entre unos y otros es que aunque la mercadería está a la vista, cada cual elige según su propio bolsillo. En esos malísimos pasos andaba Eugenio. Una noche, se animó a cambiar de burdel porque le habían aumentado el sueldo y correspondía tanto un cambio de cochecito como un prostíbulo en que las kuña vai fuesen kuña porä, así que entró al de ña Mami, quien aunque se pintaba de rojo furioso los labios, siempre andaba de luto si bien el tajo del vestido le llegaba a los pensamientos. Decían que a ña Mami se le había muerto su única hija hacía un año, de ésta nadie supo nunca ni el nombre, porque la madre la mantenía encerrada en una habitación del burdel. Y así se murió la misteriosa hija, según oje'e, sin haber conocido bíblicamente a hombre alguno. Ndajeko omano de un extraño ataque de risa que no pudo parar más y que la atoró de repente, hasta quitarle la vida. Pero todo eso debía ser mentira. Como aquello de que había dicho ña Mami que la había llevado a enterrar en un cementerio lejano, en Santa Rosa Misiones, y que lo que más sentía era que nadie sabía de qué se había reído su hija al punto de morir. -Es importante, no sea le pase lo mismo a alguien algún día- he'i ndaje. Y nadie podía sacarle una sola palabra más. En fin, ocurrió que Eugenio'i -a esta altura podemos llamarle con diminutivo y todo, me parece, dado que conocemos su intimidad- entró justo a esa hora en que se prenden los focos rojos en los burdeles, como para darles a los hombres la ilusión de que nadie les reconocería si entraban. Fue entonces que miró una a una a las pupilas de ña Mami, esas chicas como muñecas cuyo amor fugacísimo quiso tener desde antes, pero que no podía pagar, hasta que ahora sí, por fin sí podía, por eso estaba como un niño ante su primer pesebre navideño. Iba a ser su noche especial, de mujeres fáciles pero hermosas y de buen hablar, con todos los dientes en su lugar y con pechos como piedras. Alguna morochita fina primero atrajo su mirada, pero la descartó enseguida: ¿otra morena? Por más linda que fuera, para estrenarse como cliente platudo por el que todas suspirarían, no. De morochas ya tuvo bastante en la casa de ña Agapita. No y no. Empezó a evaluar a tres rubiecitas (teñidas o no, a él le daba igual) y deseó que se levantaran para verlas caminar y considerar cuál de ellas estaba mejor de trasero. Como si lo hubiera pedido en voz alta: se levantaron y empezaron a bailar débilmente entre ellas, era más un vaivén caderoso y seguro que la idea era incentivar a los clientes que en su mayoría, sólo estaban tomando en la barra. Lo que se dice, mucha calentura pero poco gasto. Le pareció que una de ellas era toda una promesa de experiencias nunca sospechadas siquiera. Iba a hacerle una seña, cuando vio a la pelirroja. Mejor de popa que de proa, pero qué cuerpo, pensó. Se decidió de nuevo, iba a ser la pecosita. Nunca había estado con una así. Inclinó la cabeza y chasqueó dos dedos (no sabía si así se las llamaba, pero pensó que resultaría). Y en efecto, la pelirroja empezó a avanzar hacia él, sonriéndole. Qué sonrisa estúpida, pensó, pero qué culo, señor, qué culo. Ya ella le había preguntado qué servicio necesitaba, a cuánto cada uno, y le decía en el oído que le cumpliría todas sus fantasías, lo que él entendió como una insinuación a la que siempre le tuvo miedo por su dignidad de hombre. Eugenio'i a esa altura estaba inspirado, pero como siempre le pasaba cuando iba a consolarse de su matrimonio precoz con una mujer que se volvió histérica y amarga, se le ocurrió hacerle el verso a la pecosa. -Sabés lo linda que sos, pelirroja, sabés cómo se te nota que podés ser muy tierna, si se te quiere bien -le dijo. -Ya, bueno, gracias papito -le respondió la chica. Y después: -nos vamos o no, que hay otros clientes, no sos el único -dijo, y para ese momento ya ña Mami le había pasado la llave de uno de los cuartos del burdel. Se sintió pisoteado, despreciado, y sobre todo, con el ánimo decaído de repente. Ya pensaba seriamente en mandarse mudar, rumbo a la casa de ña Agapita, ese burdel donde las chicas no eran tan lindas pero sí vistosas y sabedoras de su oficio, que sabían escuchar y le contestaban "pero qué inteligente que sos", "decime más mi rey", y que le repetían que le amaban y le besaban en los ojos porque él así les pedía. Justo en ese momento vio, sentaba en un rincón, a la blanquita de ojos y pelos castaños sostenidos por una peineta de plata. Solita. Qué linda, pero qué linda carita -dijo, y fue directo hacia ella, sin considerar que ni siquiera la había visto parada y que la chica, por ejemplo, podía tener un trasero plano o pechitos caídos. -¿Sabés que me hechizás y que te bajaría el cielo? -le dijo él. -Bueno, quiero que me bajes el cielo entonces, porque estoy en un infierno -le dijo ella y para él fue como si le hubiera tocado el corazón. -¿Esto? Che reina, esta casa para mí es un paraíso, y más ahora que te vi... te juro que me puedo enamorar sólo con un beso tuyo -dijo casi sin darse cuenta Eugenio'i, porque así era él y necesitaba hacerle el verso, a esta más que a ninguna. El trato fue fácil, ella sólo le tomó de la mano y él sólo la siguió. Entraron -por lo visto, la puerta estaba abierta ya- a una piecita donde -se fijó rápidamente- había una cómoda blanca, una cama con sábanas blancas que llegaban hasta el piso y cortinas blancas. Tendida sobre la cama, blanca ella, blancas las sábanas y desnuda de todo lo que cubría su blancura, a él le acometió la peor de las locuras: el amor repentino e irremediable. Temió manchar tanta blancura con su pasión desmedida. Y así fue: una huella de sangre en la sábana le cortó el aliento. De más está decir cómo Eugenio'i describió -cuando pudo- esa noche de amor y romance con una luna que se metía a raudales por la ventana. Básteles saber que en su corazón ya había decidido cumplirle a la blanquísima mujer todas las promesas de amor que le había hecho en medio de esa pasión que jamás antes había conocido. Cuando despertó, abrazó la almohada que aún tenía el hueco de la cabeza de ella. -Estará en el baño -pensó, pero el frío de la cama le hizo saber que se había ido, dejándole que duerma a su gusto. ¿A los brazos de otro cliente? -No, no puede ser -, dijo, recordando todo, todo. Iba a buscarla por cuanta habitación tenía el burdel, y si la veía durmiendo con otro, la arrastraría a besos, la llevaría a la casa de su madre, abandonaría a su esposa enseguida y viviría para siempre con... como se llame, con esa blanquísima mujer que ya amaba como loco. Se levantó apuradamente, se puso la camisa pero no encontró uno de sus zapatos. -Ah, el amor -pensó -habremos tirado todo anoche cuando nos desnudamos. Tuvo que agacharse, agacharse más aún. Por ahí debía estar el zapato, tocó algo. Duro, ¿sería una maleta? ¿Alguna caja? Estironeó, hasta que tuvo ante sí el ataúd (sólo pudo distinguir la peinetita de plata y los cabellos castaños, bajo la sábana blanca con una mancha fresca de sangre, antes de desmayarse).