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domingo, 21 de noviembre de 2010

PROSTIBULARIAS II EN CAMINO

GENTE:

ESTÁ EN CAMINO EL ARMADO DE "PROSTIBULARIAS II" QUE DEBEMOS HACE COMO 4 AÑOS, NDIIIRA.
VA EL PRINCIPIO DE MI CUENTO PARA EL LIBRO QUE DEBEMOS ESTRENAR EN 2011

ALEJANDRO.

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70 putas y ningún amor
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No sé qué le habrán contado señor pero quiero aclararle que en el local donde trabajo como Regenta hay palabras que nunca se dicen, que están de más, usted habrá visto que muchas veces la gente dice cosas impropias, nadie con dos dedos de frente puede hablar de “felicidad” o de “fiesta” en un velorio, en ese cabaret donde trabajo tampoco se pude mencionar ningún aspecto del puterío, para empezar la palabra “puta” está proscripta, a las 70 pupilas díscolas que están bajo mi tutela se las llama “Animadoras”, los tres rufianes que vigilan el orden son los “Supervisores”, el mismo dueño, un calabrés zafio, grueso, vociferante, ladino y más materialista que Marx y Engels juntos es “el Gerente”. En la casa nos guiamos por esa máxima de Maquiavelo que anuncia que quien no sabe disimular, no sabe gobernar. Los clientes pueden decir lo que les venga en ganas, ellos pagan para eso, para sacar afuera la fiera que todos guardamos entre rejas pero los que cobramos tenemos el sagrado deber de mantenerla domada bajo dos vueltas de llave. Mi abuelita, que era analfabeta pero no imbécil, siempre decía que lo importante es comprender el sitio que corresponde a cada uno antes que se cambien las barajas del juego. Mis discípulas, estimado señor, no se largan a la chacota como si fuesen rameras del puerto. Ellas bailan. Está bien que eso me trae sus buenos disgustos, el Gerente hace publicar avisos en el periódico solicitando bailarinas para hacer carrera, así, escuetamente. ¿Y quién piensa usted que son las primeras que se presentan? Las chicas de provincias, señor, que están necesitadas de dineros, ellas acuden ilusionadas porque en sus pueblos aprendieron danzas folklóricas en alguna academia barrial, pero, dirá usted y con razón ¿para qué querría yo una bailarina de chacareras o malambos en un cabaret? No, señor. Yo necesito bailarinas de caño, muchachas desprejuiciadas que sepan llevar el ritmo de las hormonas como si fuese una partitura. El Gerente me facilita una Maestra de danzas eróticas que las hace practicar con lencería. No faltó alguna rebelde a quien hubo que arrancar las polleras de cretona con flores de ceibo a los tirones, ¿qué creen estas chinas, que la casa es una peña?, gritaba el calabrés cabrón, arrancándole las trenzas postizas a una tucumana que insistía en bailar zambas. Y la pobre docente se mata día y noche adiestrándolas en el divino arte del erotismo; porque en el cabaret se llega hasta la puerta del sexo, señor, pero no se entra. Yo tengo las llaves. Si se diera la ocasión, si alguna más astuta que las otras decidiera forzar la cerradura, la clientela confundiría nuestra casa con un vulgar burdel y no se trata de eso. Es cuestión de sintaxis señor, ya sé que no soy una académica de la lengua para salirle con precisiones de diccionario, pero cada cosa en su lugar. En el cabaret, señor, se insinúa. Ahí está el negocio, la compraventa,  la utilidad del ....


Ya lo terminé, pero se leerá en el libro, ndiraaa...


A. Maciel, 20/11/10

1 comentario:

  1. Ndi, Ale, a mí me parece que en ese burdel hay una especialista en lenguas, realmente. Una vez, durante una encuesta con prostitutas, una me dijo que casi nunca en realidad hace el sexo. Le pregunto desde luego cómo es eso, y me dice su especialidad es "la lengua", que gana más por hacer eso porque ya la conocen como maestra en eso, y que así de paso, ni se ensucia. Cuando llegan los 5 minutos reglamentarios, me dijo, su caficho les alumbra con la linterna en el auto (porque ella sólo admite a los que tienen vehículo y allí se "diligencian") y se acabó el asunto.

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