¡Liberaron a Correa! En medio de las balas asesinas de los policías golpistas, los militares leales a la institución y a las leyes, entraron al hospital arriesgando sus vidas, como debe ser, y sacaron al presidente ecuatoriano. Lo devolvieron al pueblo que lo esperaba con el corazón en la boca y rezando por la vida del mandatario, listos también para morir si necesario fuera. "Lloré, pero no de miedo sino de tristeza... con estos no se negocia, no se negocia", repitió el presidente ecuatoriano.
Y agradeció a los que le liberaron y a su pueblo que allí estuvo, firme. A presidentes de otros países que se solidarizaron enseguida, sin dudar, "casi todos", dijo. Y es cierto: "Casi" todos. Seguro el pueblo ecuatoriano, nuestros hermanos latinoamericanos, no olvidarán a los unos ni a los otros.
¿No está exagerado el valor de la verdad? En el nombre del Padre, y en el nombre de la verdad, se ha matado más que mintiendo. La verdad suele ser el arma de los resentidos y rencorosos, quienes la tienen por única virtud. ¿Mentiras piadosas o verdades despiadadas? Atroces, bellas, bestiales o necesarias, qué importa, sólo tienen que ser oportunas y generosas, siempre.
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