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lunes, 13 de septiembre de 2010

A veces hay que sacrificar algún cuento

Sí, con la lluvia que parecía cuchillos y vidrios violentos, al fin decidí asesinar un cuento que nació con amor, con ganas y con deseo. Quise ese cuento, lo asesiné por eso. Porque tenía un personaje predestinado, y la predestinación tampoco existe en la literatura. Es bueno el esbozo, como en un dibujo pre-pintura, pero no signar un final irremediable. No hay que predestinar a los personajes, sin duda, no. Pero esta vez no pude conmigo misma, no supe soltar los hilos, no supe dejar a ese personaje que tomara sus propio destino. ¿No es cierto que esto nos pasa a veces?
Por eso, y ya que lo mismo pensaba en cuchillos y vidrios asesinos, debido a la lluvia que no era mansa en ese instante, tuve el valor de borrar todo el cuento. De la raíz a las ramas. Hay que empezar de nuevo y hay que saber empezar de cero cuando no se sabe respetar la evolución de los personajes. Así que, hoy asesiné ese cuento, y hoy empiezo otro. El mismo, pero esta vez, voy a dejar que cobre vida en serio, que se suelte y me enseñe hacia dónde quiere ir, y hasta dónde. Es posible que esa sea la clave. Al menos, es la que a mí me funciona.

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