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martes, 7 de septiembre de 2010

La Nicaragua que hemos amado

"El diario de campaña" de la escritora nicaraguense Vidaluz Meneses (con quien tuve el inmerecido honor de compartir unas potentes cervezas en unas jornadas literarias) me trae el recuerdo imborrable de la Nicaragua que todos hemos amado, cuando el pueblo se levantó en armas -y en espíritu- para sacudirse de encima al tirano Somoza, posteriormente asilado en mi querido Paraguay, y asesinado acá justamente.
En el diario de campaña, de Vidaluz, se mencionan esos días difíciles rumbo a la libertad del pueblo. ¿Qué hacía en medio de la revolución sandinista un grupo de teatreros, cuenteros, poetas, novelistas, bailarines? Hacían lo suyo y cumplían el compromiso que todo ciudadano patriota tiene, tácitamente lo tiene. Quizás muchos de ellos no estaban ni a favor de la lucha armada. Pero estuvieron allí, estuvieron como pudieron, para estar donde estaban los que peleaban por la patria. Estuvieron para dar ánimo a los combatientes, y fueron el viento que mantuvo viva la llama.
No hemos de olvidar la tarea de quienes insuflan aliento a los otros, sobre todo porque viven el mismo horror que quienes combaten a pecho abierto, y corren idéntico riesgo de morir.
La libertad lo vale. Vidaluz Meneses, magnífica poeta, y una persona que tiene el sufrimiento feliz -muchos habrían cedido al dolor, en su lugar, pero ella se fortaleció y tiene siempre una risa en los ojos- tomó notas de esos días. Un diario. Un relatorio que es un testimonio del horror y de la ternura y la dignidad en medio del horror. Seguramente y tanto como los fusiles, fue necesaria la presencia de mujeres y hombres como Vidaluz, capaces de testimoniar lo que costó la liberación. Este es uno de sus apuntes:
"Lo que realmente le agobia en el momento que nos habla es que dos de sus hermanos cayeron en el combate, hubo además 8 heridos. Tiene una enorme necesidad de comunicación, dice que su jefe le autoriza ir a su casa por el tiempo que estime necesario, piensa que le comunicará a su mamá poco a poco la noticia, tal vez le dirá que cayeron hace seis meses porque no le lleva los cuerpos ya que dadas las circunstancias de la zona, no se habían podido sacar y los cadáveres llevan dos días de descomposición.
Al verme anotar, me dice con orgullo: apunte el nombre de mi mamá que es una gran señora de Somoto, María Mejía Báez viuda de Caballero. Y en tono más solemne: también el de los héroes (refiriéndose a sus hermanos), José Luis Caballero Gómez y Luis Caballero Gómez.
Luego me invita a ver los cuerpos de sus hermanos, quiere que los conozca y les tome fotos... dice que capturó un Contra, le hirió la oreja y le dio un culatazo en la frente. Me muestra un papelito con nombres de jefes de brigada de la Contra, que le dio el enemigo capturado, le dijo que combaten contra los sandino-comunistas, no quieren el socialismo, sólo la democracia y que los Estados Unidos les dará regalías al triunfar. Me enseña después el anillo de matrimonio de uno de sus hermanos que aún con sangre lo guarda... dice que no puede dormir, todavía escucha tiros por todos lados, que se siente (tocándose el pecho) `reventado por dentro´".

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