Maltrato a la mujer
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Silvia Delgado Fuentes (fragmento)
El hombre bueno
dejaba de serlo
al cerrar la puerta por dentro.
...
No te cabía más tristeza,
no cabía,
se te moría el corazón,
se moría.
Moría la mujer del cuerpo arrasado
por el hombre bueno
que dejaba de serlo
al cerrar la puerta
por dentro.
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En Paraguay: hace dos días, una perla de tantas. Noticia que apenas apareció en los diarios -6 líneas y título de 10- como una especie de chiste sangriento: una mujer ensartó el cuchillo de la torta de cumpleaños (el de él, de él) harta de ser humillada, en el muslo de su marido. Lo dejó con la pierna ensartada a la silla, la silla en la que estuvo sentado durante toda la fiesta, rodeado de sus amigos y parientes el hombre de la casa, ordenando a su mujer que traiga a la mesa esto y aquello, lo de más allá y de vuelta lo llevado porque se me antoja. Ya entienden. Las cervezas iban y venían y el hombre ya había pasado por la etapa del mono, así que ahora se estaba poniendo verdaderamente estúpido y agresivo.
Hasta que, porque siempre suele haber un hasta que a menos que las cosas se resuelvan en muerte (un final frecuente, por otro lado), delante de todos le pidió que vaya a comprar más cerveza. Ella le dijo que no, que era medianoche, que era riesgoso salir sola a esa hora. Muy al estilo macho cuartelero, le dijo él: ¡vaye, vuele a traer lo que se le ordena!
Ella le dijo que no, y que no, que ya estaba suficientemente tomado y no le hacía falta más cerveza. Entonces, él le gritó: ¡andá a traer YA, las mujeres sólo sirven para la cocina!
Y la mujer tomó el cuchillo de cocina con el que se había cortado la torta del "cumpleaños feliz" y de un solo golpe se lo metió en la pierna al hombre a quien no había parado de decir que sí, nunca había parado de decir que sí, desde que le dijo sí ante el altar. ¿Aprenderá el infeliz o se buscará otra que no reaccione de manera tan "bruta"?
¿No está exagerado el valor de la verdad? En el nombre del Padre, y en el nombre de la verdad, se ha matado más que mintiendo. La verdad suele ser el arma de los resentidos y rencorosos, quienes la tienen por única virtud. ¿Mentiras piadosas o verdades despiadadas? Atroces, bellas, bestiales o necesarias, qué importa, sólo tienen que ser oportunas y generosas, siempre.
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En la cocina se fragua toda una vida, y al parecer también la liberación. Vamos cocinando!!
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